Traducción por Matías Giovannini
Esta mañana recibí un mail de un practicante sincero que busca la Piedra. Pero el procedimiento era, en suma, ¡mortal!
Y en múltiples aspectos (riesgos de explosión del matráz, intoxicación mortal, muerte en pocos minutos o envenenamiento de por vida y secuelas graves). Un verdadero curso de salud, que buscaba conseguir una Juventud…
En síntesis, un lindo arreglo de bombas de tiempo que no darían al final una medicina potable, ¡ni para los metales ni para los humanos!
A esto es a lo que a menudo nos enfrentamos. Y por suerte este último me contactó, que si no… Si no, no oso imaginar lo que le podría haber pasado. A menos que fuera un operador dotado, como a veces se encuentran, con todas las protecciones necesarias, aunque es más usual encontrar personas que están haciendo las cosas de forma que es un verdadero peligro.
Todo esto para decir que los cuidados con el procedimiento no son el proceso mismo, que es "vulgar", sino que lo realmente importante es esa cosa que falta. Evidentemente los autores no han entregado la clave de la cosa que falta… ¡esa que vuelve Filosofal al todo!
En efecto, no he visto jamás que un metal o un mineral pase por los colores de la obra por sí mismo debido sólo a una temperatura lenta… Falta una cosa más de por sí.
Es esta la Hyle Misteriosa, entiéndase "Isla Misteriosa"…
Hylé es una palabra femenina. Es la Prima Materia, de donde surge todo, en la que todo se forma, la Esencia de todas las cosas.
Sin este Espíritu, este Mercurio Universal, la Obra no es Filosófica.
Encontramos la idea de la Hylé, o Hylé/Isla Misteriosa en Julio Verne, Swift y Stevenson.
Podemos notar también en la tira cómica de Hergé "La Estrella Misteriosa" que la acción se sitúa en un meteoro que forma una Isla en alta mar, ¡donde las cosas parecen crecer a gran velocidad! Si eso no es "astral" entonces…
Para Swift, en sus "Viajes de Gulliver", se tratará de una Isla voladora sostenida en el aire por un enorme imán. Nada más normal ya que se trata de un Mercurio… y por lo tanto una Roca que vuela nos recuerda este meteoro que vomita Saturno, ilustrado soberbiamente en la Atalanta Fugiens de Michael Maier:
Swift nos ilustra esta Isla así:
Sabemos bien que Swift y Hergé estaban familiarizados con los símbolos, y probablemente el primero con la práctica del Arte, ¡o por lo menos sabía bastante acerca de esta como para que Eugène Canseliet consagre una obra sobre sus "viajes"!… ("El Hermetismo en la vida de Swift y en sus viajes", en FataMorgana).
La Roca, que Moisés golpeó con la Vara y que brinda el Agua Preciosa, estos "pedruzcos sobre los que se rectifica su clavo" en los cuentos de Grimm, este Panal, que da la "miel" o esta Orina infantil de Saturno, o de Colagogo… esta Isla pues, esta Hylé, que buscamos con tanta ansia… ¡He aquí el verdadero sujeto del Arte!
La Hylé del Tesoro, de Stevenson, nos brinda la misma idea que la Isla sobre la que el Conde de Montecristo (el monte de cristal, o también de la Piedra) encuentra el tesoro que el cura le indicó. Nótese que el conde se llama Dantès, ¿un guiño a Dante? ¡Muy posible!
¿Buscas el mapa del tesoro?
Te espera la aventura en cada página de los libros de los autores Alquímicos.
¡Buen Viaje!
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